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EL DILEMA DE LAS REDES

Foto del escritor: Andrea BolsicoAndrea Bolsico

El año pasado llegaba a la taquilla de Netflix un documental que incendiaba a las masas al señalarles los entresijos y la realidad de las redes sociales. La adicción a las redes es un tema serio, solo "dos industrias llaman a sus clientes usuarios: la de las drogas ilegales y la del software". Es preocupante la manipulación, los impactos negativos y la adicción que generan las redes sociales. Asomarse al espejo de la realidad impresiona y esa es la función del documental: que abramos los ojos y dejemos de navegar por las redes sociales como borregos, inundándonos en un fango en el que cada vez es más complicado salir.


Todo comienza con las palabras de Sófocles: "Nada grande acontece en la vida de los mortales sin una maldición". ¿Es una premonición de lo que pasaría en el mundo de las redes? Los testimonios de extrabajadores de estas grandes empresas nos inquietan al resaltar que este problema ha ido creándose por sí solo, ha ido creciendo hasta convertirse en el monstruo que es ahora... Para mí, una de las frases de la película que mejor reflejan la situación actual es la siguiente: "hemos pasado de la era de la información a la era de la desinformación".


El gran secreto de las redes sociales ha sido guardado minuciosamente por estas multinacionales que crecen a costa de la información que les otorgamos libremente y, aún abriéndonos los ojos este film, la adicción a ellas es más poderosa que la verdad. ¿Dónde ha quedado toda la polémica que generó? ¿Por qué se ha ido desinflando todo el dilema y ahora es un tema demasiado residual entre los usuarios? ¿No deberíamos ser más recelosos con nuestra información?


Los usuarios hemos pasado tanto tiempo mirando la pantalla que no nos hemos fijado en qué momento hemos dejado de ser clientes de una empresa a ser el producto de dicha empresa, es decir, nuestra atención se ha convertido en un producto. Esto se conoce como el capitalismo de la vigilancia, es decir, estas empresas tienen el control de todo lo que hacemos al persuadirnos con la publicidad que nos ofrecen. Es un error pensar que este negocio es una simple venta de datos, va mucho más allá; esos datos crean un modelo que predice nuestro comportamiento, lo que ayuda a las empresas a saber qué queremos.


Pero esto no es todo, las redes sociales lamentablemente son un nuevo foco de proliferación de las fake news, por ellas corren como la pólvora y por eso es difícil revertir el efecto negativo que dejan. Estamos rodeados de mucho ruido digital y apenas conseguimos distinguir entre una noticia y un bulo. La información falsa campa a sus anchas en Internet porque estas empresas que lo controlan todo les dan rienda suelta. Pero, ¿sabemos por qué? La razón es muy sencilla: las fake news generan más dinero, y no podemos olvidar que todo es un negocio. Tampoco podemos obviar que una consecuencia de todo esto es el clickbait, una técnica que está destruyendo al periodismo.


La dependencia que tenemos a las redes sociales merma cada vez más nuestra salud mental. Los casos de ansiedad y depresión aumentan y esto se refleja en las cifras de suicidios... Los más jóvenes son quienes más lo sufren y es un fenómeno que va en aumento ante nuestra pasividad. Dicen que el amor es ciego, y nuestro amor por las redes sociales nos está nublando totalmente el entendimiento. ¿Cómo es posible que no entremos en acción ante tales afirmaciones? ¿Es que no nos preocupan las generaciones futuras? Viendo la situación del cambio climático sabemos la respuesta. Las redes sociales tratan a los usuarios de manera irresponsable, se aprovechan de nuestra vulnerabilidad.


Si veis el documental... parece mentira que una notificación o recomendación, cosas tan insignificantes, puedan inferir tanto perjuicio en nosotros. No son más que técnicas de manipulación usadas por las empresas y nosotros les dedicamos nuestro tiempo y les hacemos ganar dinero sin que se esfuercen, de amor y gusto, les estamos dando nuestra vida, porque esta se nos está escapando de las manos mientras sigamos enganchados a ese sentimiento de felicidad que nos generan.


No sé si mis palabras calarán hondo, pero espero que al menos inviten a reflexionar...

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