Seguramente que habréis escuchado hablar muchas veces hablar de la alimentación ecológica y la bio. Sin embargo, hay que tener clara la diferencia de conceptos. El primero no utiliza componentes químicos en sus productos. La otra no altera los alimentos genéticamente. Hoy vamos a analizar cómo afecta el fenómeno de la alimentación ecológica a la sociedad española en todos sus sentidos.
La alimentación ecológica se caracteriza por la limitación en el uso de aditivos, incluso anulándolos. Su objetivo es promover el bienestar animal y el respeto hacia la biodiversidad, evitando la contaminación ambiental y logrando la sostenibilidad. En los últimos años, la conciencia hacia las consecuencias medioambientales han aumentado considerablemente, dando lugar a que este tipo de alimentos se hayan convertido en una tendencia creciente en España. A esto se le añade la atribución de expectativas positivas de crecimiento futuro. El concepto ecológico se suele asociar a saludable. Sin embargo, esto no tiene por qué ser así, ya que depende de cómo se cocine el producto.
Estos productos se pueden comprar en diferentes puntos de venta y, desde hace unos años, se están introduciendo en el supermercado como un producto más, sin necesidad de tener un local propio. Esto no es tan frecuente en los productos lio, que todavía tienen establecimientos independientes de las tiendas habituales, como Carrefour y Carrefour Bio. Algunas marcas convencionales han optado por crear una submarca con productos ecológicos, como Campofrío, Bio c' Bon, Magnum y Yammy. También se están promocionando en las redes sociales por influencers y empresas del sector.
El incremento de las importaciones ha facilitado el acceso a los productos ecológicos. No obstante, la estacionalidad de los mismos no preocupa y afecta negativamente al medioambiente. Esto también conlleva a un aumento de los precios, que dependerá del medio que utilicen los consumidores para acceder a estos productos. La uso del transporte público o el coche particular es un factor determinante a la hora de adquirir estos alimentos, ya que, si se utiliza el primero, se evitará el consumo de productos más pesados o se adquirirán cantidades más pequeñas. Bien es cierto que sería muy hipócrita por parte del consumidor conseguir estos productos contaminando con su vehículo propio, sin tener en cuenta el impacto de este.
La clase social también determina la ingesta de estos productos. Según un estudio realizado por la Universidad Pontificia de Comillas, los individuos con mayor educación, ingresos y estatus social tiende a un mayor consumo de frutas y verduras de estas características. Los consumidores con un mayor nivel de estudios tienen un acceso mucho más sencillo a la información y, en consecuencia, desarrollan una mayor sensibilidad y conciencia social.
Pasando al tema económico, los precios de estos productos suelen ser más elevados debido a su exclusividad, aunque ahora se están acercando a los precios de mercado habituales. Un ejemplo sería la manzana roja: el kilo tiene un precio de 1,65€, mientras que la versión ecológica asciende a 3,05€ el kilo.
España se encuentra en el décimo puesto del ranking de los mayores mercados de comida ecológica a nivel mundial. Según un estudio realizado por El Mundo, este mercado ha movido en 2018 cerca de 2.000 millones de euros, por lo que ha sufrido un crecimiento del 13% frente al 2017. El consumo de este tipo de alimentos creció en España 18 veces más que los no ecológicos. El perfil más repetido entre los consumidores era el de la familia, que su cesta de la compra está compuesta por un 1,7% de productos ecológicos. El país con mayor mercado de estos alimentos es el de Estados Unidos con cerca de 40.000 millones de euros en 2018. Está seguido por Alemania y Francia.
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